lunes, 21 de enero de 2013


El abrazo más grande del mundo es tuyo, al igual que la risa. Esa risa gigante que a veces ha estallado en un grito al que le comen las sombras y otras veces ha gemido a intervalos secos por la falta de aire, acolchando sin quererlo gotas que caen de ojos también gigantes. Y pasa que la personalidad que todo esto acarrea, camina rodeada de portentosos crucigramas que ayudan a alargar la vida, que es la bolsa de la dicha de las personas.
Será justo entonces facilitar mayúsculas intenciones de dar, fuera de este entorno tan grande y que tanto pierde, mi mayor felicidad posible, aunque a veces cueste y parezca tiempo que se pierde. Esa felicidad es la misma que tú conduces cuando miras la hora y no importa y de verdad que merece la pena aunque parezca difícil encontrarla.